Infecciones relacionadas con los catéteres vasculares


Un catéter vascular es un dispositivo que se emplea tanto para extraer sangre como para administrar tratamientos (líquidos intravenosos, medicamentos o transfusiones de sangre). 

Consiste en la introducción de un tubo delgado y flexible en una vena, por lo general debajo de la clavícula. Luego se pasa el tubo hasta la vena cava superior (vena grande en el lado superior derecho del corazón). Se introduce una aguja en un extremo del catéter (fuera del cuerpo) para extraer sangre o administrar tratamiento. Un catéter se puede dejar colocado durante semanas o meses para evitar la necesidad de pinchazos múltiples. 

 

Infecciones relacionadas con los catéteres

Las infecciones relacionadas con los catéteres vasculares se encuentran entre las infecciones más frecuentes adquiridas en los hospitales y cuentan, según algunos estudios, con una tasa de mortalidad cercana al 12%. Por lo que es capital, la supervisión constante de los catéteres para prevenir y, en su caso, diagnosticar precozmente la infección de los mismos, sobre todo en pacientes diabéticos o con trastornos inmunosupresores.

 

Infecciones nosocomiales

La infección  nosocomial es sinónimo de infección intrahospitalaria, es decir que es contraída por paciente ingresados en un centro de atención sanitaria, por patógenos que habitan en dicho medio.

Las infecciones nosocomiales están directamente relacionadas con las infecciones de los catéteres vasculares, dado que la inmensa mayoría de las infecciones de estos devendrán de parásitos que se encuentran en el centro sanitario en el que se implanta el catéter y en el que permanece ingresado el paciente. Aunque lógicamente, cuando el catéter permanece implantado tras el alta al paciente, existe la posibilidad de un contagio comunitario.

 

 Negligencias médicas y catéteres vasculares

Las negligencias médicas más habituales relacionadas con los catéteres vasculares devienen de una incorrecta manipulación durante su implantación, dando lugar a hemorragias en la zona de inserción, o lesiones anatómicas en órganos o estructuras vecinas.

En cuanto a las infecciones, es cierto que en muchas ocasiones resultan difícilmente evitables, habida cuenta que el catéter supone una “puerta abierta” para los gérmenes oportunistas que habitan en los centros sanitarios. No obstante, lo que si supone una mala praxis, es el retraso en su diagnóstico y tratamiento que, desgraciadamente, en no pocas ocasiones tiene fatales consecuencias, llegando a provocar el fallecimiento de los pacientes por shock séptico.

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